Uno de los escenarios más frecuentes de este tipo de violencia o abuso son las relaciones íntimas, como la pareja o la familia, pero puede darse en otras situaciones, como en el colegio (Bullying), en el trabajo (Mobbing), o a través de las redes sociales (Civerbullying).
El agresor, que puede ser hombre o mujer, suele engrandecerse a costa de rebajar a los demás y evitar cualquier conflicto interior al decargar sobre el otro la responsabiliad de lo que no funciona en su propia vida, necesitan rebajar a los demás para adquirir autoestima y poder, pues están necesitados de admiración y aprobación; casi siempre encontraremos que se trata de una persona fracasada, frustrada, descontenta consigo misma, envidiosa y orgullosa. Sin embargo, la víctima suele ser una persona brillante, espontánea, humilde, cordial, que de entrada no ve los hechos ya que ni remotamente pasarían por su imaginación, al ser una persona positiva que se dedica a vivir su vida plenamente.
Las técnicas perversas utilizadas son: rechazar la comunicación directa, descalificar, desacreditar, aislar, inducir a error, ofensas verbales, amenazas, intimidación, críticas constantes y manipulación, entre otras. Por otro lado, se siente apoyado por el silencio de su entorno, que no quieren problemas mientras ellos no sufran las consecuencias.
¿Qué podemos hacer ante tal situación? En primer lugar, no callar, es necesario denunciar, afrontar el problema y buscar soluciones. Y fundamental cuidar la salud durante todo el proceso, ya que se ve continuamente dañada por el agresor y su entorno.
En nuestro gabinete podemos ayudarte a sobrellevar la situación, la cuestión es aprender a manejar las emociones negativas que se generan, potenciar espacios de bienestar, de serenidad, desde donde poder buscar soluciones para acabar con el hostigamiento.
MARIA PILAR FUENTE
PSICÓLOGA