El ritmo de vida actual y acelerado, la sobrecarga laboral, la desconexión social y el uso excesivo de la tecnología afectan la salud emocional de muchas personas y contribuyen a la prevalencia de la depresión. Además, el estrés crónico relacionado con el trabajo, la presión por cumplir expectativas y la falta de tiempo para actividades recreativas son factores de riesgo a los que debemos prestar atención.
La depresión es una enfermedad considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial, impactando en personas de todas las edades y condiciones sociales. En concreto, afecta a aproximadamente 280 millones de personas en el mundo, lo que representa cerca del 5 por ciento del total de los adultos.
La depresión no es simplemente tristeza o desánimo ocasional, es un trastorno complejo que puede interferir en la capacidad de las personas para llevar a cabo actividades diarias, mantener relaciones personales y disfrutar de la vida. Sus causas incluyen diversos factores biológicos, psicológicos y sociales. Entre las más comunes se encuentran los desequilibrios químicos en el cerebro, la predisposición genética, el estrés crónico, las experiencias traumáticas y los problemas de salud física.
Los principales síntomas de esta patología son tristeza persistente, pérdida de interés o placer en actividades, cambios en el apetito y el sueño, fatiga constante, dificultades de concentración, sentimientos de inutilidad o culpa y pensamientos recurrentes de muerte o suicidio. Es fundamental reconocer estos signos y buscar ayuda profesional, ya que una detección temprana puede marcar la diferencia en el pronóstico y la calidad de vida de quienes la padecen.
En lo que respecta al tratamiento de la depresión, habitualmente es necesario hacer psicoterapia, que en muchos casos, se combina con tratamientos farmacológicos bajo supervisión psiquiátrica, como los antidepresivos, que ayudan a regular los niveles de neurotransmisores en el cerebro.
Por otro lado, las personas mayores enfrentan desafíos adicionales en este sentido. La soledad, las enfermedades crónicas y la pérdida de seres queridos hacen que este grupo poblacional sea especialmente vulnerable a esta enfermedad. Las actividades sociales, el ejercicio moderado y el fortalecimiento de redes familiares y comunitarias pueden mitigar significativamente el riesgo de depresión en esta etapa de la vida.
Podemos conseguir mayor bienestar con ciertas pautas saludables, como las siguientes:
-Practicar ejercicio físico de forma regular. El ejercicio aeróbico y actividades como el yoga pueden reducir los síntomas de la depresión al liberar endorfinas y reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés.
-Mantener una dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, pescado y grasas saludables mejora el equilibrio emocional.
-Establecer una rutina de sueño saludable respetando los horarios regulares para dormir y evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarse.
-Fomentar la neuroplasticidad y aprender nuevas habilidades, como tocar un instrumento o estudiar un idioma, estimula el cerebro y contribuye a un mejor estado de ánimo.
-Incorporar técnicas de regulación emocional tales como la meditación, la respiración profunda y las técnicas de relajación progresiva ayudan a manejar el estrés y la ansiedad.
-Participar en actividades comunitarias, mantener relaciones significativas y buscar grupos de apoyo ya que son formas efectivas de combatir el aislamiento y fortalecer el apoyo social.
-Limitar el uso de tecnología, especialmente en redes sociales puesto que se asocian con un mayor riesgo de depresión.
-Asistir a revisiones periódicas de salud mental al igual que se acude al médico para revisiones físicas. Acudir a consulta con un psicólogo, puede prevenir la progresión de trastornos emocionales.
Fuente: psiquiatria.com
Mª PILAR FUENTE PSICOLOGA COLEGIADA G-4034
CENTRO SANITARIO C-15-003650 y C-15-004977
CLINICO EMDR. TERAPEUTA FAMILIAR SISTEMICA